No cabe duda de que uno de los hitos más significativos de los últimos 25 años a nivel global ha sido el espectacular desarrollo económico experimentado en el sudeste asiático y, en particular, en China.
Este crecimiento, sin parangón en la historia, que ha permitido sacar del hambre a un porcentaje importante de la población mundial, ha sido en parte debida a la aportación que ha supuesto el asentamiento de un importante número de empresas occidentales y japonesas en suelo Chino. En otras palabras, a lo que se conoce como el fenómeno “offshoring”.
Somos muchos los que hemos sufrido en nuestras propias carnes el efecto de perder un contrato e incluso el empleo por la decisión de trasladar una actividad, hasta entonces doméstica, a un país de los denominados “Low Cost”. Afortunadamente, nada en la vida es inmutable y este fenómeno parece que comienza a declinar.
De hecho, en algunos países de nuestro entorno, aunque de forma muy desigual según los sectores que observemos, comienza a darse el efecto contrario, es decir, el “reshoring”; empresas que han repatriado la producción de sus productos a su lugar de origen, procedentes de estos países “Low Cost”.
En Gran Bretaña, el observatorio Manufacturing Advisory Consortium (pool de 4 empresas de asesoramiento y consultoría público-privados) muestra en su último informe estadístico que el 11% de las empresas británicas implantadas fuera del país han seguido esta tendencia, contra el 4% que siguieron con la estrategia “offshoring”.
En EE.UU, la tendencia, según un informe de Boston Consulting Group, es similar: hasta un 21% de las 200 empresas manufactureras más representativas del país han retornado o han manifestado la intención de hacerlo en los próximos 2 años.
¿Cuáles son las razones que explican este cambio de tendencia?
Las principales razones que explican este cambio de tendencia son:
– Los salarios en China han experimentado incrementos del 15-20% desde hace varios años, cuando en Europa y en los EE.UU. las subidas han sido extremadamente moderadas y, en algún caso, incluso decrecientes. Nada hace pensar que esta tendencia hacia una mayor igualdad vaya a sufrir un retroceso.
– A muchas empresas les resulta casi imposible obtener los estándares de calidad que son capaces de alcanzar en sus instalaciones y equipos humanos de origen.
– El tiempo de colocación del producto en el mercado se acorta sustancialmente, lo cual hace que las empresas sean mucho más reactivas a los movimientos a corto plazo.
– La adecuación de la dimensión de las inversiones a las necesidades de la demanda es mucho más factible lograrlo en un entorno más cercano.
Un dato muy revelador del acierto de esta nueva tendencia es el hecho de que un 68% de las empresas que han retornado la actividad a su lugar de origen han incrementado sus ventas.
Este cambio de tendencia no parece tener marcha atrás.
En 2015, por primera vez, las inversiones Chinas en el exterior superarán a las inversiones extranjeras en China. El gobierno de Xi Jimping manifestó su intención de cambiar el modelo vigente de crecimiento, vía exportaciones, por otro basado en una demanda interna más robusta. De hecho, actualmente en ciudades como Shangai el sector servicios supone el 60% de su creación de riqueza. Todo ello invita a pensar que la clase media china es y será cada vez más homologable a la occidental.
Influencia en la economía española
Cabe preguntarse si los hechos comentados han tenido alguna influencia en la economía española. A mi juicio sí, pero de forma muy matizada, dependiendo del sector que analicemos. Según el INE, al cierre del 2013 la facturación del sector industrial había caído un 2’5%, el número de empresas se redujo un 4’6% y el personal ocupado descendió un 3’9%.
Sin embargo, la industria automotriz no dejó de crecer, llegando a fabricar en 2014 más de 2’3 millones de unidades; un 4% más que en 2013 y un 13’5% más que en 2012 (año en que se retrocedió a los niveles del 1986). Hoy el objetivo plasmado por ANFAC en el Plan 3 Millones (fabricación de 3 millones de unidades en 3 años) invita al optimismo, supondría volver a situarnos entre los 10 principales fabricantes mundiales del sector.
Lamentablemente, en el otro lado de la balanza se encuentra el sector siderúrgico. Es curioso observar como una industria que se percibe como el elemento germinal de lo que hoy es la UE a través de la creación de la CECA en 1.951, hoy sufre una crisis a la que no se le ve solución a corto-medio plazo.
Conclusión
En suma, si nos preguntamos si estamos volviendo a escenarios más parecidos a los anteriores a la crisis, más esperanzadores, creo que la respuesta depende del sector y la empresa que se analice. De la misma forma que la percepción que pude tener una persona, cuando al volver a casa después de años de ausencia, depende de cada caso; pocos lo encontrarán armoniosamente inalterado y habrá a quien le cueste creer que alguna vez vivió en aquel lugar. Me temo, eso sí, que a los que estamos en el sector del acero nos quedan todavía muchos años de apretar los dientes. Esto va por barrios.